Introducción:
El dedo en resorte, debe su nombre al resalte doloroso y muchas veces audible que sufre el
mismo a los movimientos de flexión y extensión. Al parecer, Notta, en 1850, fue el primer autor que describió esta entidad, atribuyendo su causa a una diferencia de diámetros entre el tendón flexor y su respectiva vaina, como consecuencia del engrosamiento de esta última (Figura 1). De ahí que en la literatura, el dedo en resorte se le conozca también como tenosinovitis estenosante.
Figura 1. Como consecuencia del engrosamiento de la vaina flexora a nivel de la polea A1, los tendones flexores rozan de forma crónica, formándose estriaciones y nódulos que impiden su perfecto deslizamiento.
Epidemiología:
El dedo en resorte suele presentarse en personas entre los 50 y 60 años de edad, con una relación hombre/mujer de 6/1, aunque la predilección por esta edad y género no está clara. La incidencia de presentar esta patología se sitúa entre el y 3 % de la población, si bien en los diabéticos, esta incidencia alcanza hasta el 10 %.
Etiología:
Diversas causas pueden provocar un dedo en gatillo, aunque la verdadera etiología se desconoce. Una de las posibilidades de producción sería la repetición de movimientos del dedo junto con traumatismos locales, aunque se ha observado que en un gran número de personas, presentan esta patología sin tener actividades que requieren esfuerzos contínuos. De ahí que la etiología del dedo sea a menudo multifactorial.
Sea como fuere, en el dedo en resorte, existe una inflamación e hipertrofia de la vaina sinovial que progresivamente restringe el deslizamiento del tendon flexor. En cada dedo, esta vaina sinovial se ve reforzada por un sistema de poleas, anulares y cruciformes, que maximizan la fuerza de los tendones flexores, haciendo eficiente la movilidad del dedo. La primera polea anular se localiza a nivel de la cabeza del metacarpiano (polea A1) y es la verdadera responsable del dedo en resorte, aunque en ocasiones excepcionales, son las poleas A2 y A3 las causantes del mismo, así como la aponeurosis palmar (Figura 2).
Figura 2. Sistema de poleas digitales. A1, A2, A3, A4, A5: poleas anulares. C1, C2, C3: poleas cruciformes.
Diagnóstico:
En general, el primer síntoma que presenta el paciente con un dedo en resorte típico, es un dolor en la base del dedo, justo por encima de la cabeza del metacarpiano. Dicho dolor, además, suele acompañarse de una dificultad a la extensión del dedo después de flexionar el mismo (Figura 3). Sin embargo, si se consigue la extensión, ya sea por si misma o bien ayudándose con la otra mano, se percibe un crujido característico que recuerda al “clic” que se oye cuando se aprieta el gatillo de una pistola. De ahí que el dedo en resorte se le conozca también como dedo en gatillo.
Figura 3. Actitud en flexión que adopta el dedo en resorte y la dificultad existente en extender el dedo.
El dolor, que es selectivo, se localiza a nivel de la polea A1, justo por debajo del pliegue digitopalmar, por encima de la cabeza del metacarpiano correspondiente. En el pulgar, se localiza en el pliegue proximal palmar de la articulación metacarpofalángica.
Los estudios complementarios, especialmente los de la imagen, son innecesarios en pacientes sin antecedentes traumáticos y/o con enfermedad inflamatoria crónica.
Tratamiento:
El tratamiento inicial del dedo en resorte debe ser conservador. Este puede llevarse a cabo mediante inmovilización, antiinflamatorios no esteroides (AINE) y/o infiltraciones con corticoides.
El principo terapeutico de la inmovilización en el dedo en resorte, es el de evitar la fricción excesiva del tendón dentro de su polea A1, hasta que el proceso inflamatorio desaparezca.
Sin embargo, la mayoría de autores, incluidos nosotros, consideramos que este tratamiento inmovilizador, solo tiene cabida en aquellos pacientes que rehusan la infiltración con corticoides. Al respecto, esta última, descrita en 1953 por Howard et al., es el tratamiento de elección antes de recurrir a la cirugía, pues se obtiene un alto índice de buenos resultados, especialmente en pacientes no diabéticos y cuya sintomatología no exceda de los 6 meses de duración.
Si después de una infiltración bien realizada, se reprodujeran los síntomas a los pocos días de la misma, creemos que es inútil proceder a una nueva infiltración. Sin embargo, consideramos que pueden efectuarse hasta tres infiltraciones en el periodo de 1 año antes de decidirse por la cirugía.
Bajo anestesia locoregional endovenosa y/o axilar, y con expresión sanguínea mediante manguito neumático, se procede a practicar una incisión longitudinal de 1.5 cm de longitud, centrada en el punto medio de la cabeza metacarpiana, cuyo orígen se inicia a unos 3 mm distales al pliegue digital palmar de la mano y finaliza a unos 3 mm proximales al pliegue digitopalmar del dedo afecto. En el pulgar, se sigue el pliegue proximal palmar de la articulación metacarpofalángica (Figura 5).
Seccionada completamente la polea A1, mediante un mosquito extraemos el flexor superficial y lo tiramos fuertemente hacia arriba. Con esta maniobra, si hubiera quedado un resto de polea, acabamos por romperla y así evitamos la recurrencia del dedo en resorte (Figura 6).
Figura 6.Extracción y tracción hacia arriba del flexor superficial, con el fin de completar la sección roma de la polea, en el caso de una sección incompleta con tijeras.
A continuación, aunque no es necesario, realizamos lo mismo con el flexor profundo. Observaremos en la mayoría de ocasiones, que solo el flexor superficial es el que está afectado, objetivando pequeñas fisuraciones y desflecamientos de la parte más palmar del tendón, lo que traduce el efecto de fricción entre éste y su polea.
Finalizada la intervención, se colocan tres puntos simples de prolene 5/0 y se inmoviliza la mano con un vendaje semicompresivo, incluyendo el dedo adyacente. En el pulgar, se coloca el mismo tipo de vendaje, tipo escafoides.
A los 4-5 días, se retira el vendaje para inspección de la herida, y se coloca un apósito simple (tirita) para que el paciente pueda movilizar activamente el dedo. Asimismo, se permite realizar la higiene de las manos. No se recomienda colocar ningún antiséptico en la herida. Sólo aguja y jabón y dejar la herida bien seca.
¿ la fisioterapia no puede hacer nada aqui ? ¿ se puede producir en gente joven como secuela de una lesion ?
ResponderEliminarAlguien se apuesto la inyeccion y a funcionado quiero saverlo pq yo tengo ese problema y no se si sea efectiva la inyeccion
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