martes, 18 de diciembre de 2012
ARTROSIS DE LAS ARTICULACIONES INTERFALANGICAS DISTALES DE LOS DEDOS DE LA MANO
Introducción:
Sin lugar a dudas, la afectación degenerativa de las articulaciones interfalángicas distales (IFD) de los dedos, constituye la localización más frecuente de este proceso, siguiendole en orden de frecuencia la artrosis de la base del pulgar, que afecta la articulación trapeciometacarpiana. De hecho, es común observar en una misma persona la afectación de ambas articulaciones (Figura 1).
Figura 1. Artrosis de las articulaciones interfalángicas distales y de la trapeciometacarpiana del pulgar en una misma paciente.
Diagnostico:
En general, la mayoría de las personas que presentan este tipo de artrosis son mujeres de mediana edad, aunque en una gran proporción son gente mayor. El motivo de la consulta siempre es el dolor más que la deformidad. Este se localiza en el dorso y suele acompañarse de cierto enrojecimiento, lo que da fe de la inflamación existente (Figura 2).
Figura 2. Aspecto que ofrece un dedo con signos inflamatorios secundarios a una artrosis de la IFD.
El dolor suele ser persistente e impide realizar las tareas cotidianas diarias, como escribir, asearse, etc. En casos avanzados, se presentan unos nódulos a cada lado de la articulación (nódulos de Heberden) y deformidades, las cuales afean el aspecto cosmético de la mano. Sin embargo, el diagnostico debe realizarse mediante el exámen radiográfico, en el que puede observarse los signos típicos de la artrosis: pinzamiento articular, esclerosis del hueso subcondral y presencia de excrecencias óseas yuxtaarticulares (osteofitos) (Figura 3).
Figura 3. Estudio radiográfico del pulgar con artrosis de la IFD. A) proyección anteroposterior. B) proyección lateral.
Tratamiento:
La artrosis de las IFD de los dedos de la mano suele evolucionar a brotes, es decir, periodos con dolor intenso seguidos de periodos sin sintomatología dolorosa. Pues bien, el tratamiento debe ir encaminado a minimizar en lo posible los periodos donde el dolor se hace presente. Para ello, existen varias modalidades de tratamiento, desde la toma de antiinflamatorios no esteroideos (AINE) hasta los baños de parafina. A pesar de ello, en ocasiones el dolor no calma, motivo por el cual se pueden dar corticoides orales a dosis mínimas y con pauta decreciente durante unos días, siempre y cuando el o la pasciente no presente antecedentes y/o enfermedades que contraindiquen la toma de estos fármacos. Por último, si con todas estas medidas, el dolor se hace persistente e incapacitante, tenemos el recurso de la cirugía. Esta, comprende la fusión de la articulación (Artrodesis) (Figura 4).
Figura 4. Artrodesis de la IFD del pulgar. A) imágen preoperatoria. B) imágen postoperatoria.
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